El día de mañana, 8 de noviembre, se llevará a cabo, en la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco, Juan José Arreola, el coloquio “Viviendo en un ‘Huevito’: el Fenómeno de los Edificios Verticales en Guadalajara”.
Cierto es que en países europeos y en los ‘pequeños gigantes’ asiáticos (Taiwán, Hong Kong, Singapur, Japón, Corea del Sur, p. ej.) la vivienda de modestas dimensiones es la constante, debido a lo siguiente: i) una altísima densidad poblacional, toda vez que existen poblaciones de proporciones mayúsculas, coexistiendo en pequeñísimas porciones de territorio; y ii) ínfimos índices de natalidad: p. ej. Corea del Sur (1º), Hong Kong (2º) y Mónaco (3º) ostentan las tasas de natalidad más bajas del planeta, en los que se agregan otros al ‘Top 10’ como Italia (6º), Japón (7º) y España (9º). No obstante, lo anterior, son los países con los más altos índices de calidad de vida y desarrollo humano. De forma que la dignidad de la persona, respecto de su hogar, no sólo está relacionada con las dimensiones de su inmueble, sino enfáticamente con su entorno.
Sin embargo, el problema más importante en México, relacionado con la vivienda, no tiene que ver precisamente con su dimensión, sino con su deplorable construcción y su fallida condición socio-urbana. Respecto de su construcción, de acuerdo con INEGI, el 45% de las viviendas en el país cuentan “filtraciones de agua”, el 41% con “grietas y cuarteaduras”, el 16% con “deformaciones en marcos” y el 15% con “levantamientos o hundimientos de piso”. Esto en regiones sísmicas y que, año tras año, enfrentan desastres naturales (huracanes, p. ej.), resulta particularmente alarmante. Por otro lado, respecto de la condición socio-urbana de las viviendas, dos botones de muestra: INEGI sostiene que el 45% de los mexicanos están “poco o nada satisfechos” con el acceso a “centros de recreación” y un 27% “poco o nada satisfechos” con su acceso a «parques y espacios deportivos”.
No obstante, debe decirse que, todo ello se debe, principalmente, a la evidente corrupción concertada entre ‘autoridades’ y ‘desarrolladores inmobiliarios’ que no sólo construyen y ofertan vivienda cara, malhecha y entregada a destiempo, sino sin las más mínimas adecuaciones del entorno urbano para poder acceder a servicios públicos (agua, transporte, alumbrado, etc.) y a centros de trabajo, escolares, de recreación, ocio, esparcimiento y de abastecimiento de alimentos, en tiempos breves y a través de diversas opciones de movilidad, motorizadas, no motorizas, y eléctricas. Por esta razón, es que la OCDE señala que, en México, el sector de la construcción es el segundo sector en donde ocurren más casos de soborno y corrupción.
Con relación a ello, los ayuntamientos de la ZMG han perdido, por incompetencia, omisión y/o simulación, la facultad conferida por el 115 constitucional de “autorizar, controlar y vigilar la utilizar utilización del suelo (…) [y] otorgar licencias y permisos para construcciones” porque, hace al menos una década, el Tribunal de Justicia Administrativa —antes TAE— es quien ejerce dicha facultad, para así autorizar, a través de argucias legales, torres habitacionales ‘chuecas’, que por la vía de los hechos consumados, son posteriormente ‘enderezarlas’, a pesar de violar planes parciales, usos de suelo, áreas naturales protegidas y zonas de fragilidad ambiental.
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