Más que predecir cómo será la sociedad del futuro después del Covid-19 –lo que resulta aún muy incierto–, lo más acertado es plantearse qué es lo que debe cambiar o reformularse en el Planeta con motivo de una pandemia. Esto empieza a ser un punto de discusión entre la comunidad científica internacional y tomadores de decisiones en el Orbe. Neil Ferguson, jefe del programa de modelos matemáticos del Imperial College de Londres, aseveró enfáticamente al diario británico Financial Times: “Podríamos estar viviendo en un Mundo muy diferente del que conocemos durante un año o más”. Más aún, resulta cada vez más evidente que el factor que habrá de causar la muerte de poblaciones enteras no será una guerra de orden nuclear, sino una pandemia, como lo predijo Bill Gates en 2015. Las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki causaron la muerte de 110 mil personas. Por el contrario, los saldos rojos de las pandemias más devastadoras que ha sufrido la humanidad son mucho más trágicos: la ‘Peste Negra’ del Siglo XIV, causó entre 70 y 200 millones de decesos; y la ‘Gripe Española’ (1918-1919) causó al menos 50 millones de muertes.
A la luz de lo anterior, ¿qué paradigmas se espera que sean replanteados en el concierto internacional? En principio, la coordinación y cooperación internacional. Resulta totalmente fútil que el actual modelo de gobernación mundial de los pueblos –en el sentido de que adopta y aplica medidas vinculantes ante su incumplimiento– sólo verse sobre asuntos de seguridad nacional enfocados en la capacidad bélica, militar y armamentista de un país; pero no sobre medidas y políticas sanitarias que exijan su cumplimiento a nivel global [como sucede con la prohibición de desarrollar armas nucleares, y las sanciones económicas que derivan ante su inobservancia]. Las omisiones de un país ante una pandemia causan hondas repercusiones en otros países, aunque éstos últimos aplicaran medidas agresivas de contención.
Es incomprensible que de los dos grandes sistemas que tiene una nación para el afianzamiento de la vida humana –las Fuerzas Armadas y las Instituciones Sanitarias–, sólo las primeras estén capacitadas para siniestros potencialmente peligrosos para la sociedad civil y de carácter transcontinental: a la brevedad deben desarrollarse simulacros, normas de actuación y adiestramiento en el sector salud. El comportamiento social debe cambiar drásticamente, toda vez que la vacuna del Covid-19 podría estar lista en 18 meses, no obstante, en un principio su aplicación tendría como objetivo a personal estratégico: personal médico, fuerzas armadas y comunidad científica.
La inversión en investigación y desarrollo de las ciencias médicas para el estudio virológico y desarrollo de vacunas resulta, ahora, ineludible. Por ejemplo, en 2018, E.E.U.U. y gobiernos de diversos países, lanzaron el The Global Virome Project, un proyecto que terminará en 2028 y al que se le presupuestaron mil millones de dólares para el estudio de 1.7 millones de virus distintos, de entre los cuales, de 631 mil y 827 mil son zoonóticos [como el Covid-19]. Esto es un ejemplo de cooperación internacional para el desarrollo del conocimiento científico de los virus, apartir ahora, indispensable.
https://www.milenio.com/opinion/gabriel-torres-espinoza/con-pies-de-plomo/y-despues-del-covid-19