“El conocimiento será sustituido por la impresión, la evidencia por la emoción. No habrá verdad, sino percepción.”
Umberto Eco
El Digital News Report 2025, elaborado por el Instituto Reuters de la Universidad de Oxford, ofrece un diagnóstico descarnado del presente informativo. El periodismo, tal como lo conocimos, se diluye en el algoritmo. Lejos de los márgenes del papel y las redacciones, el relato público se desplaza hacia TikTok, YouTube, WhatsApp, e incluso hacia chatbots y generadores de texto impulsados por inteligencia artificial. ¿Qué queda, entonces, del oficio del periodista? ¿Qué lugar habita hoy la verdad en un ecosistema mediático donde el contenido es efímero, emocional y personalizable?
La estadística no miente. Más del 65% de los consultados consume noticias a través de video; el 40% confiesa evitarlas activamente. La desconfianza es estructural, el hartazgo es epidémico, y los creadores de contenido -esa figura híbrida entre influencer, predicador y empresario digital- han reemplazado, para muchos, al periodista. En América Latina, esta transformación adquiere un cariz más abrupto. En países como Brasil, Perú y Colombia, el consumo de noticias a través de plataformas como TikTok y YouTube ya supera al de los medios tradicionales. Lo que antes pasaba por una sala de edición, hoy se filtra por un filtro de Instagram.
Es tentador pensar que esto representa una democratización del acceso. Pero la ilusión se rompe al mirar más de cerca. Lo que parece pluralidad es, muchas veces, fragmentación; lo que se presenta como diversidad, esconde burbujas ideológicas que el algoritmo refuerza. La IA, por su parte, lejos de ser una herramienta neutral, reproduce los sesgos con los que fue entrenada y corre el riesgo de ser cómplice inadvertida de la desinformación. El informe señala que, aunque muchos valoran la eficiencia de los chatbots, una mayoría expresa preocupación por su falta de precisión, transparencia y fiabilidad. Es decir, pueden responder rápido, pero no necesariamente bien.
La deriva no es solo tecnológica, es epistemológica. El modelo de la verdad verificada, contrastada y pública -sustento del periodismo moderno- se ve cuestionado por un nuevo régimen informativo, el del me gusta, el scroll infinito, la opinión viral. Cuando las historias políticas se articulan, ya no desde la tribuna del Congreso o la entrevista editorial, sino desde un en vivo de Instagram, el pacto democrático tambalea.
Ante este escenario, el periodismo enfrenta un dilema existencial, transformarse o ser marginal. Pero esa transformación no puede ser ciega. Subirse al tren de la IA, de los reels y del engagement sin criterio ni ética, es jugar con fuego. En otras palabras, no se trata de competir con TikTok, sino de recuperar el activo más importante. La credibilidad.
https://heraldodemexico.com.mx/opinion/2025/6/20/y-si-las-noticias-murieran-en-tiktok-708806.html