Manuel Castells, escribió que “con las redes sociales la comunicación pasó de ser vertical y unidireccional, para ser horizontal e interactiva (…). De esta manera, las audiencias en redes sociales han mostrado un poder sin precedentes para derrocar regímenes autoritarios. Algunos ejemplos son la Primavera Árabe, que logró la caída de los gobiernos de Túnez (2011), Egipto (2011), Libia (2011) y Yemen (2012); misma que propició transformaciones relevantes en 15 países más.
Para Manuel Castells, el “big bang” de las revoluciones online se gestó desde el Internet. Todas ellas iniciaron con discusiones en las redes sociales, que resultaron altamente virales. Por ejemplo, en Túnez (2011) se hizo viral un audiovisual que mostraba a un hombre árabe de 26 años quemándose ante un edificio de gobierno, donde su último grito fue de protesta por negarse a pagar sobornos a la policía por un puesto de frutas. Otro caso, la revolución de las cacerolas en Islandia (2011): el cantante Hordur Torfason se plantó con su guitarra ante el Parlamento islandés y cantó con rabia en contra de los “banksters” y políticos sumisos. En Egipto (2011), todo inició con un video distribuido en redes sociales por un joven activista, en el que se denunciaba la corrupción policial de este país, y posteriormente fue abatido por policías. Contrario al paradigma propuesto por Karl Marx, de que toda revolución implicaba forzosamente un movimiento violento auspiciado por el proletariado, actualmente, la era digital muestra algunos ejemplos de revoluciones online, en donde la concertación de los ciudadanos indignados, a través de en redes sociales, produjeron grandes cambios.
También se puede citar el Movimiento 15-M, de 2011, también llamado movimiento de Los Indignados, que sacó a las calles decenas de miles de personas en las primeras ciudades de España, frente a la circunstancia de 47 por ciento de desempleo en el sector juvenil. Otro caso es el del Movimiento Occupy Wall Street, nacido en 2011, vigente aún, originado por la severa crisis económica de 2008 y la creciente brecha de desigualdad registrada en las últimas décadas en EU. Recordemos, también, el #YoSoy132 en México, en las elecciones presidenciales de 2012. En Islandia, en 2011, se solicitó la participación de toda la sociedad para la elaboración de una nueva Constitución, a través de redes sociales, para la que se recibieron más de 16 mil sugerencias que formaron un texto constitucional definitivo, que algunos lo llamaron “wikiconstitución” (¿la inspiración de wikipolítica?) por la participación online en la creación de su ley. Las elecciones de 2018, en México, registran ya esta indignación en las redes sociales por la corrupción impune y la inseguridad. Apuntan a ser el medio más afectivo para traducir, en votos, ese fundado malestar colectivo…