El alcalde de Guadalajara, que aspira a ser gobernador, no solamente es en este momento el político mejor posicionado de cara a las elecciones para gobernador en 2018, es, también, el único. En el PRI no hay un candidato que dé señales de querer competir la gubernatura. En el PAN, literalmente no tienen candidato. De tal forma que, ninguno de los partidos en posibilidades de competir y ganar, dispone hoy de un candidato con activos suficientes para disputar la elección a gobernador en 2018. La cuenta regresiva transcurre, y aunque de último momento ambos partidos pueden postular a un valiente, Enrique Alfaro está en un “round sombra” consigo mismo. Tal vez por eso responde con frecuencia a las preguntas de los periodistas con una especie de suficiencia… Sabe que no existe, hasta ahora, amenaza real.

En política se debe vender futuro, y a eso se ha dedicado el presidente municipal de Guadalajara, junto con su círculo más cercano. No desaprovecha oportunidad para hacer ver a políticos, activistas y periodistas, que hoy por hoy él encabeza la oferta política mejor organizada y con más activos para competir y ganar las elecciones de 2018. Justo, por ello, no dejan de señalar un “nos vemos en 2018”. Esta expresión puede leerse como amenaza, pero no lo es en sentido estricto. Se trata simplemente de una lectura de la realidad. Ni el PRI ni el PAN han sabido construir una alternativa que venda futuro. De forma tal que a poco menos de dos años de la renovación de los poderes públicos, y a un año de la selección formal de sus candidatos, no hay en el PRI o en el PAN otro aspirante perfilado que sea susceptible de ganarle.

La ausencia de otras ofertas que generen confianza o sumen voluntades, mantiene solo a Enrique Alfaro. Seguramente que existen otros nombres, pero no se han generado las condiciones para que inicien la construcción de acuerdos para una eventual candidatura. Tal vez los adversarios del Alcalde de Guadalajara apuestan a que sean sus propios errores los que lo descarrilen, algo que difícilmente va a ocurrir, a pesar de esa conducta iracunda que en efecto va en un desafortunado ascenso. Será muy complejo que el PRI o PAN puedan construir, en escasos meses, un liderazgo que no se ha formado en cuatro años. Un candidato externo no se advierte en la política local.

Así que el principal activo de Enrique Alfaro no es su discurso, ni su equipo. Muchos menos el partido que le presta el membrete y el dinero para competir… La fortaleza del expresidente de Tlajomulco es proporcional a la debilidad de los aspirantes de los otros partidos. No tiene rival aparente, y parece haber un consenso para que no lo tenga. Una especie de candidato de unidad de los priistas que alientan una transición pactada (aunque lo nieguen), y de la ala panista que quiere ver a Alfaro como candidato de una coalición con el albiazul.