Fotografía: EFE/ Presidencia De México 

El presidente de la República, López Obrador, cerró la reunión bilateral con una frase que, en buena medida podría sintetizar la reunión bilateral sostenida el día de ayer: “fallaron los pronósticos, no nos peleamos, somos amigos, y vamos a seguir siendo amigos”. En efecto, la ‘comentocracia’ vaticinaba un cataclismo diplomático de mayúsculas proporciones con la realización de esta visita oficial. Irónicamente, los defensores de su majestad ‘el mercado’, exigían al presidente un aislacionismo nacionalista, además de un desdén injustificado para con ‘La Meca’ del capitalismo (¿Entonces?).

Argumentos tan contradictorios como infundados para una reunión que tenía por objeto –al menos oficialmente– la entrada en vigor del T-MEC. Advertían que este encuentro en la Casa Blanca representaba la celada perfecta para que el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, denigrara al jefe del Estado Mexicano, a efecto de relanzar una endeble candidatura –que hoy se encuentra, en promedio, 9.5 por ciento por debajo de Biden– y con ello asegurar el ‘voto duro’ de sus simpatizantes apuntalando el discurso racista, nacionalista y anti inmigrante que anteriormente le otorgó el triunfo en la contienda electoral del país vecino del norte. Pero nada de esto ocurrió. Por el contrario, no es descabellado pensar que en el corto plazo este encuentro beneficie más a López Obrador, que a Donald Trump, en popularidad.

López Obrador no asistió a esta reunión bilateral por convicción, sino por imposición u obligación –ya sea constitucional (al estar facultado para dirigir la política exterior y celebrar tratados internacionales) o netamente circunstancial–. Es bien sabido que el presidente norteamericano es impredecible, y que gusta de impulsos y arrebatos. Pero las consecuencias de negarse a acudir a una visita oficial con la principal potencia económica, política, militar y diplomática del Mundo, representaba un lujo, que ni China, Rusia o Corea del Norte pueden concederse hoy.

Resulta ingenuo concluir que, en una reunión bilateral entre Jefes de Estado, lo que se negocian son posturas ideológicas y no intereses. Si el beneficio principal que Trump busca es electoral; el esencial interés de Obrador es comercial. El año pasado, por primera vez en la historia reciente, México se convirtió en el principal socio comercial de la Unión Americana, incluso por encima de su antiguamente socio comercial más importante: China. El intercambio comercial entre ambas naciones ascendió, en 2019, a 614 mil 500 millones de dólares. Más aún, la balanza comercial reveló un superávit de 101 mil 751 millones de dólares a favor de México.

Los agravios verbales de Trump respecto de los mexicanos son más que indignantes. Pero es verdad que, Barack Obama, conocido por la comunidad latina como el ‘Deportador en Jefe’ [Deporter in Chief], fue el más grande ‘deportador’ de latinos: mientras que Obama deportó a 1.18 millones de inmigrantes durante sus primeros tres años en el cargo, Donald Trump ha deportado a menos de 800 mil personas. Por el discurso, Trump, es justificadamente despreciado; pero ante los hechos, Obama es admirado. Lo cierto es que, hasta ayer, en la visita del presidente AMLO a Estados Unidos, afortunadamente, ¡fallaron los pronósticos!

@gabriel_torrese

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