Luis Carlos Vega Pámanes se mantuvo en el cargo hasta que la red de complicidades que lo llevó, y lo sostuvo,  lo dejó caer a su suerte. Ocupó esa responsabilidad como parte del esquema de arreglos donde no son fundamentales el perfil, la trayectoria profesional o la probidad.

Bien recomendado consiguió el apoyo de los factores de poder que ahí inciden, para hacerse de un investidura que lo volvió tan visible, que terminó por revelarse un oscuro pasado que le impedirá continuar como magistrado.

Para tener la lengua larga, hay que tener la cola corta. Naturalmente, de sus antecedentes, que constituyen un grave impedimento, muchos estaban enterados.

No obstante, cuando la decisión se tomó, no existían los conflictos de interés que hoy desnudan a Luis Carlos. Uno que tiene su origen en un liderazgo emergente, con capacidad de articular mejor que los aliados de Luis Carlos en el gobierno.

No obstante, se trata de una responsabilidad compartida, entre varios partidos, sobre este golpe devastador a la reputación del poder responsable de impartir justicia en Jalisco. Ocurre como un botón de muestra de la absoluta falta de sensatez con la que se integra.

Después… le queremos pedir “peras al Olmo”. Dice el diccionario que el Olmo es un árbol que tiene sus propios frutos, pero que en ningún caso son las peras, las cuales provienen de otro árbol llamado peral. Pedirle peras al Olmo implica, solicitar algo imposible, algo que no es natural de él. Así ocurre cuando después de recomendar, imponer o tranzar la entrada de personas que no son idóneas al poder judicial (para decirlo elegantemente), pretendemos que ese poder, “imparta justicia”. Va, entonces, contra natura.

AHORA BIEN, ¿A QUIÉN SORPRENDE QUE UN MAGISTRADO TENGA LOS ANTECEDENTES DE VEGA PÁMANES?

Cuando menos no a quienes fueron diputados, no a quienes son los factores de poder que inciden en esos nombramientos, no quienes han sido procuradores y fiscales de Jalisco. Ellos sabían de un hecho que, incluso, fue consignado en los medios de comunicación por una época en que, no necesariamente había libertad de prensa.

Lo natural de ese Olmo llamado Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Jalisco (STJEJ), es que no puede dar peras. Es decir, no puede impartir justicia. Va contra natura. La operación de este poder está absolutamente comprometida por el origen de su integración.

Cómo habría de impartir justicia a cabalidad si las mas altas autoridades que lo dirigen se rigen (salvo contadas excepciones, que las hay) por cánones contrarios a la justicia, al decoro y la ley. 

Los frutos de ese árbol, que debiese estar dedicado a impartir justicia, siempre están condicionados al poder o al dinero; auténticas raíces que soportan y nutren a cada rama, chueca o derecha que sostiene el pesado, corrupto e ineficiente Poder Judicial del Estado de Jalisco.

Independencia, ninguna. Legalidad, condicionada. Imparcialidad, comprometida. Procesos, no expeditos. Absurdamente, un robusto y costoso Olmo, que aseguran en el Congreso, ¡que dará peras!…