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La discusión sobre la renuncia (golpe de Estado, dicen) de Evo Morales, es un buen ejemplo de eso que se llama la ‘posverdad’; donde “los hechos objetivos son menos determinantes que la apelación a la emoción o las creencias personales”. Las opiniones versan hoy sobre lo que se desea que hubiese ocurrido en Bolivia -en razón de las filias y fobias-, no sobre lo que ocurrió. Se pretende explicar lo acontecido, bajo la dosis personal de simpatía o animadversión. Los ‘análisis’ -con algunas excepciones-, son basados en determinismos: de blancos y negros; del dictador, al salvador. Una discusión ideológica (bienvenida), con escasa indagación. Es la realidad de una América polarizada, desde Estados Unidos hasta Argentina. 

Por la vía constitucional, existen tres mecanismos para destituir al titular del Poder Ejecutivo en un sistema presidencial: 1) el juicio político; 2) el desafuero; y 3) la declaratoria de incapacidad [física y/o mental]. Todos iniciados y consumados en el Poder Legislativo. Ahora bien, las Constituciones prevén la ‘renuncia’ por parte del Ejecutivo. Es una ‘salida constitucional’ para habilitar la vacante imprevista del Jefe de Estado. La última de todas ellas, es la sustitución o suplencia del Presidente de la República ante la falta absoluta de éste [magnicidio o fallecimiento]. El Golpe de Estado [que deviene del francés ‘coup d’État’, acuñado en 1639] es la única forma anticonstitucional e inconstitucional no sólo para deponer, sino más importante aún, para sustituir a un mandatario de manera inmediata -de hecho, no de derecho-, lo que supone el quiebre del orden constitucional. El Golpe de Estado siempre se origina en las altas esferas gubernativas, con el empleo de la violencia física y la participación militar y/o policíaca. La renuncia de Evo Morales no encuadra en un Golpe de Estado. Las circunstancias de conflicto, provocadas en su mayoría por sus propias decisiones, lo llevan a dejar el poder, renunciando él mismo al cargo. Pero si insistimos, estaríamos hablando de un ‘Golpe de Estado’ sui géneris. La larga data del concepto y la complejidad de las relaciones fenomenológicas del poder en democracias constitucionales, acuñó otros términos para referirse a la renuncia o deposición del Presidente provocada por factores reales de poder. 1) El ‘Golpe de Estado Suave o Blando’, que tiene como principal característica la ausencia de violencia y se origina desde ‘abajo’ (grupos organizados de la población), aunque promovido por intereses desde ‘arriba’ (los factores de poder). 2) El ‘Golpe de Estado Constitucional’, a través de mecanismos democráticos se anulan los frenos y contrapesos que deben existir entre órganos y poderes (hacerse de holgadas mayorías y altísimos niveles de popularidad), para ser cooptados por el Ejecutivo. 3) Los ‘Golpes de Mercado’: desestabilización producida por el capital y derrumbe del capital financiero en un país, que provoca dimisión. Resulta equívoco sostener que Evo es demócrata o dictador. En todo caso, un peculiar líder de contrastes y claroscuros. Con encomiables indicadores económicos y sociales en el gobierno, de gran arraigo popular y muy escasa convicción democrática. 
 
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