El Congreso del Estado de Jalisco ratificó tres dictámenes que pretenden eliminar el «fuero» que ostentan mil 598 funcionarios públicos. Observamos un frenesí de los diputados de los distintos partidos que se arrebatan la palabra para adjudicarse la autoría de quitar la garantía o inmunidad procesal que tiene un servidor público, para ser sometido a un proceso penal, si y solo si, antes es realizada una declaración de procedencia, hecha por el Poder Legislativo. A eso erróneamente se le llama «fuero», aunque en realidad no lo sea. En los países democráticos la inmunidad implica dos prerrogativas: ‘inmunidad procesal’, para evitar que funcionarios de alta jerarquía sean sometidos a juicio del orden penal; e ‘inmunidad parlamentaria’, que evita que los diputados sean perseguidos judicialmente por sus opiniones y votaciones, así como la inviolabilidad del recinto legislativo.
No existe ninguna disposición, de las que dicen que eliminaron los diputados, que sea la verdadera causa por la que no sean castigados hoy aquellos que se han enriquecido del erario, o quienes en flagrancia violan la ley sin sanción alguna. En todo caso ese es otro tipo de «fuero», que es el resultante de la complicidad, donde todos toleran la corrupción, y con ello la alientan. Incluso, en este momento, el artículo 13 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, primer párrafo, señala que «Ninguna persona o corporación puede tener fuero, ni gozar más emolumentos que los que sean compensación de servicios públicos y estén fijados por la ley (…)». Así las cosas, los entusiastas impulsores de quitar el «fuero», van a eliminar algo que en realidad no existe en la ley. De ese tamaño es la demagogia de quienes hoy discuten temas para la tribuna, y pretenden distraer con ello la atención de los temas de fondo: la pésima impartición y procuración de justicia en Jalisco, que es alentada y tolerada por todas las fuerzas representadas en el Congreso. Lo que sea necesario para parecer que son políticos responsables, y socialmente comprometidos…
Ahora bien, de parte de la población existe una auténtica y legítima preocupación por el clima de corrupción e impunidad que se advierte todos los días. Particularmente, por la ausencia total de sanciones para aquellos que se desempeñan o han ocupado un cargo público y son o fueron señalados de perpetuar un daño al patrimonio de Jalisco. Por ejemplo, esos que ocasionaron el «robo del siglo»(Vega Pámanes dixit. En el Poder Judicial), los involucrados en el «robo al pueblo» (Aristóteles dixit. En el Congreso de Jalisco), o el mayor exponente de todos, el ex gobernador Emilio González al que le fueron observadas irregularidades por más de 7 mil millones de pesos, únicamente del ejercicio fiscal 2012. Quien escucha ahora que algunos diputados se rasgan las vestiduras, con una especie de autoflagelación, exigiendo que se quite el «fuero» (que como tal NO existe), podrían quedarse con la impresión que esto resolvería, de alguna forma, esa deliberada falta de castigo para todos estos pillos.
Podría creerse que con la eliminación del «fuero» se combate la corrupción y, por añadidura, la impunidad… Pero no, no es así. Por ejemplo, Emilio González y sus enriquecidos colaboradores ya no tienen «fuero», no obstante gozan de una absoluta impunidad en Jalisco, por la complicidad con el actual gobierno. La mayoría de los protagonistas de legislaturas 57, 58 y 59, no gozan de «fuero» alguno, pero siguen sin ser sancionados por los numerosos y escandalosos actos de corrupción en que algunos incurrieron. Tampoco es por el «fuero», por lo que nadie resultó castigado por la construcción fraudulenta e ilegal de las Villas Panamericanas, por el convenio lesivo al patrimonio de Guadalajara con Puerta Guadalajara-Iconia (8 años de negligencia para reclamar el predio propiedad de la ciudad), o por el fraude cometido al IPEJAL con la compra a sobreprecio de los terrenos en Chalacatepec. No, no, no, con o sin fuero, el problema continúa, porque en Jalisco hay un consenso político para sostener la impunidad y tolerar cualquier cantidad de corrupción, con el apoyo, justo, de esos que hoy se quieren adornar al quitar el «fuero».
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