A partir del 31 de diciembre de este año, por mandato constitucional, en toda la geografía nacional cesarán las transmisiones de señales analógicas en la TV Abierta –que es radiodifundida– para dar paso a la Televisión Digital Terrestre (TDT). No obstante, debe decirse que la TDT no llegó para quedarse, antes bien, es tan sólo una transición de corto aliento para marcar un puente a la era digital, definida por el Internet y la proliferación de pantallas –fijas, personales y móviles–. Esto es, el potencial de la TDT se advierte aletargado, fuera de compás, de frente al ecosistema mediático de nuestros días. Me explico.
Sostiene el CEO de Netflix, Reed Hastings, que el futuro de la televisión es la TV IP, es decir, la que es difundida y consumida por Internet Protocolo. Al respecto, señala que «la era de la Televisión Abierta durará de 1930 hasta 2030, y el video por Internet [TV IP] continuará expandiéndose, con mucha mayor resolución, para terminar por absorberla». Por supuesto, el principal reto que afronta la Televisión por Internet es 1) la penetración o alcance social absoluto del ya considerado un derecho humano de cuarta generación [reconocido como tal desde 2013 por la CPEUM]: el Internet; y 2) la masificación social de pantallas que puedan conectarse a Internet [Smart TV o dispositivos móviles].
No obstante, todo indica que estos retos serán totalmente superados en muy poco tiempo, si se pone en contexto dos datos sumamente reveladores: Ericsson calcula que para el año 2020 habrá dos dispositivos móviles por persona en todo el Mundo [el 90 por ciento de los niños de entre 6 y 12 años tendrán uno]; y queda , de acuerdo al Departamento de Estado de los Estados Unidos, uno de los países con los niveles de conectividad a Internet más bajos del Orbe –Cuba– alcanzará una conectividad a Internet del 50 por ciento para el 2020.
Pero más allá de lo anterior, son numerosos los elementos de juicio que aportan certeza a los argumentos del CEO de Netflix. Vale la pena citar tan sólo algunos. En Netflix –que es TV IP– ya es posible consumir contenidos audiovisuales en resolución 4K, es decir, cuatro veces mayor a la que supone la TDT o el Full HD. Lo anterior es sumamente relevante, si consideramos que, por ejemplo, el país de Laos –asiático– señala como fecha de su apagón analógico el año 2042 [la fecha más tardía para la digitalización de la TV en el Mundo]. No obstante, es a todas luces evidente que para ese entonces la brecha digital tendrá lustros de estar totalmente superada y se ofrecerán contenidos audiovisuales en Internet con resoluciones muchísimo mayores al Full HD. Es decir, imaginemos un escenario en 2040, ¿quién querrá ver por aire un contenido 1K [Full HD] cuando por Internet se estén ofertando contenidos con resoluciones 20, 30 o 40K?
Asimismo, es especialmente relevante destacar que, de acuerdo a Ericsson, en México el 19 por ciento de los suscriptores a un servicio Over The Top [Netflix, Clarovideo, Cinépolis Klic, etc.] –OJO– nunca ha tenido suscripción a TV de Pago, esto es, la quinta parte de los suscriptores a una plataforma TV IP –como Netflix– ni siquiera ha contratado anteriormente un servicio de televisión de paga convencional [cable o satelital]. Lo anterior se ilustra de mejor manera si se considera que AT&T –la empresa de TV de Pago más grande de los Estados Unidos– registra 26 millones de suscriptores, frente a los 69 millones de suscriptores de Netflix [TV IP]. De hecho, aun siendo analógica, la televisión empezaba a ser de manera cada vez más acentuada interactiva –característica fundamental de la TDT– a través de las redes sociales. Hashtags y comentarios en Facebook y Twitter eran alentados, atendidos y difundidos por la TV, con el objeto de discutir temas y horarios en la parrilla de programación.
Teniendo en cuenta lo anterior, es totalmente viable afirmar que la TDT –radiodifundida– tendrá una vida no mayor a 20 años en todo el Mundo, para dar paso a la TV IP –como lo sostiene el CEO de Netflix–. Como señaló con especial acierto Ricardo Salinas Pliego, ante el debate en el Congreso de la Unión para la creación de dos nuevas cadenas nacionales de TV: «lo que pasa es que no se han dado cuenta que la competencia de la televisión [convencional] ya está aquí, desde hace años, y se llama Internet».