Resulta oportuno preguntárselo ahora que, su rol en la oposición, es de un mercantilismo ofensivo: negociar ‘cuotas’ en la designación de cargos públicos, para venderlos a ‘cuates’ sin perfil, ni trayectoria (con rarísimas excepciones). Desde la derrota del PAN en las elecciones de 2012 en Jalisco, el Partido Acción Nacional es manipulado para rentabilizar económicamente las derrotas y negociar de forma mercantilista las alianzas. Un partido otrora definido para alentar la “ciudadanía, las organizaciones sociales, los líderes y servidores públicos con espíritu y valores humanistas”. Ese partido, que fue gobierno por tres periodos consecutivos y que dio paso a la alternancia en Jalisco, que afirmó “creer en la vida digna, en la familia, en la libertad de expresión y de libre comercio”, es hoy apenas una melancólica franquicia al servicio del poder (del color que sea), a cambio de las migajas que caen de la mesa del gobernador en turno (antes Aristóteles, hoy Enrique Alfaro).
Al PAN Jalisco lo lideran, paradójicamente, los políticos que dejaron de ser miembros de ese partido; y que, con su red de corrupción y escándalos, condujeron al albiazul a la pérdida mayoritaria de la confianza del electorado. De forma que ese espectro político electoral de votantes, aún encuentra atractivo en la marca PAN, pero cada vez repudia más a esa clase de jóvenes panistas que arrastraron al partido al descrédito, y que lo mantienen hoy hundido en la mediocridad y la complicidad, administrando derrotas a cambio de moches, cargos públicos (que hoy sabemos que venden) y plazas en la administración de Jalisco. El Partido Acción Nacional está alejado, de hecho, contrapuesto en Jalisco, a quienes lo llevaron al poder y ostentaron el cargo de gobernador del Estado: Alberto Cárdenas, Francisco Ramírez Acuña y Emilio González Márquez, incluso si juntaran sus activos dentro del PAN, serían hoy minoría.
Paradójicamente, al PAN Jalisco lo regentean, los que no desean más ser panistas. Esos rapaces que se enriquecieron de su fugaz paso por los cargos públicos, y hoy se ostentan como empresarios de la política; con ese singular cinismo, demagogia y farsa con la que tuercen los objetivos de esa institución, para satisfacer la voracidad que los caracteriza. Gestores oficiosos de las operaciones fraudulentas en Jalisco, no tienen marca aborrecida en el gobierno cuando se trata de tranzar, para embolsarse dinero público. Negocian, desde una militancia fantasma, los notables beneficios que se derivan de servirse del poder. Presumen de su estilo ‘operativo’, para dispensar favores a cambio millonarias sumas de dinero. Logran acercarse a la autoridad, a sabiendas de que quienes la detentan serían sus adversarios ideológicos. Lo hacen, para no estar huérfanos de esos atractivos negocios ‘al estilo Jalisco’. Sus intereses económicos no admiten las geografías ideológicas.
Negocian ‘chambas’ en todos los entes públicos, que luego sirven de clientela para seguir controlando la franquicia del partido en el que no militan, para fines de enriquecimiento puramente personal. Debido a que gobiernan desde fuera de la militancia, el PAN Jalisco es, escuetamente, un instrumento de trueque, moneda de cambio o chantaje.
https://www.milenio.com/opinion/gabriel-torres-espinoza/con-pies-de-plomo/para-que-sirve-el-pan-en-jalisco