El 30 de julio, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, enfatizó amargamente: “Lo hemos dicho antes y lo volveremos a decir: los jóvenes no son invencibles. Los jóvenes pueden ser infectados, los jóvenes pueden morir y los jóvenes pueden transmitir el virus a otros”. Asimismo, en ese mismo mes, un comunicado de la ONU indicaba que “aunque la mayoría de los jóvenes que se contagian no tienen que ser hospitalizados, y se recuperan, una ‘minoría significativa’ tiene problemas prolongados. Está claro que una buena proporción de las personas que desarrollan la enfermedad de forma moderada sufre después fatiga u otros problemas respiratorios y no puede hacer ejercicio”. 

Existe una irrefutable constante en el rebrote de contagios de coronavirus que da lugar a una segunda ola en países principalmente europeos: la apertura apresurada de escuelas. De acuerdo con un interesantísimo estudio realizado por fundación educativa independiente Insights for Education, con sede en Zúrich, Suiza, 89 por ciento de los 95 países en el mundo que, actualmente, experimentan una segunda ola de Covid-19 registran escuelas abiertas (62 por ciento) o parcialmente abiertas (27 por ciento). Apenas 9 por ciento tiene aún sus escuelas cerradas (que, de acuerdo al mismo estudio, también podría explicarse por el periodo vacacional que relajó las medidas) y otro 1 por ciento se encuentra en vacaciones. 

De acuerdo con este mismo estudio, países como España, Francia, Croacia, Países Bajos y Reino Unido advierten una tipología gráfica muy parecida: surge una primera ola de coronavirus en estos países que, después de entre dos y tres meses de tener escuelas totalmente cerradas, ven considerablemente disminuidas su tasa de nuevos contagios por cada 100 mil habitantes (se aplana la curva epidemiológica); ulteriormente, se da el regreso a clases presenciales en todos los niveles y crece desmesuradamente la tasa de nuevos contagios. ¿Qué se puede deducir entonces? 

Desde luego, resulta un sinsentido que las escuelas permanezcan cerradas mientras que antros, bares y cantinas lucen abarrotados. Pero eso es una contradicción del gobierno, no de los padres de familia que pugnan por un regreso a clases en condiciones sanitarias inofensivas. Quien decide acudir a un centro nocturno, lo hace en uso de su (ir)responsabilidad individual. Un infante que acuda, bajo el actual contexto crítico de contagios, lo haría obligado por la autoridad (escolar o familiar). Querer solucionar este problema, bajo la propuesta miope del regreso a clases presenciales sólo está tapando un pozo para abrir otro de mayor amplitud y profundidad: niñas y niños enfermos, convertidos innecesariamente en vehículos de transmisión para padres y abuelos (muchos con comorbilidades) o, en el peor de los casos, hospitalizados. 

La Escuela de Salud Pública de Harvard, en su estudio Schools For Health. Risk Reduction Strategies for Reopening Schools. Covid-19, sostiene que las autoridades podrían decretar la apertura de las escuelas bajo estrictas medidas de control, como uso ineludible de mascarillas, lavado frecuente de manos, distanciamiento social (2 metros como mínimo), sanitización de mobiliario escolar, aulas ventiladas, purificadores de aire portátiles en aulas, mamparas o paneles de acrílico entre butacas, higiene estricta de los baños, testeo masivo (PCR y anticuerpos) de Covid-19 (en Alemania, por ejemplo, se testean dos veces por semana a todos los estudiantes, y se les envía al día siguiente su resultado por correo electrónico), escalonar horas de llegada y salida (incluso en el receso). 

¿Jalisco y México tienen la capacidad institucional para hacerlo? O bien, ¿las autoridades educativas del estado han propuesto un plan que retome estas aristas? En la inmensa mayoría de las escuelas, los salones evidencian una condición de hacinamiento. Desde siempre, en los sanitarios escolares se observan antes bien condiciones insalubres (muchos sin agua), además de que no cuentan con lo indispensable como papel higiénico y jabón (imprescindible para prevenir el Covid). ¿Tendrán escuelas insumos suficientes como sanitizantes para el mobiliario escolar, gel antibacterial, jabón, agua, instalaciones limpias, purificadores de aire y testeos masivos? De forma que plantear un regreso a clases presenciales, en las condiciones actuales, resultaría criminal. 

https://www.ntrguadalajara.com/post.php?id_nota=155796

 

 Opinión invitada | Gabriel Torres Espinoza