La Policía Metropolitana de Guadalajara acusa otro intento malogrado en la metrópoli. En 1983 aconteció el primer intento frustrado a propuesta del entonces titular del Poder Ejecutivo, Enrique Álvarez del Castillo. Posteriormente, el otrora gobernador de Jalisco, Alberto Cárdenas, firmó el Convenio de Coordinación de Seguridad Metropolitana, en febrero de 1996, pero en los hechos nunca se constituyó tal corporación. En 2010, sucedió lo mismo a propuesta de los alcaldes metropolitanos que firmaron el Convenio Metropolitano de Seguridad, cuando el PRI le arrebató al PAN las alcaldías de la metrópoli. Nada ocurrió.
En 2015, a raíz de la tercera transición político-partidaria en la Zona Metropolitana de Guadalajara, los alcaldes –respaldados por el entonces gobernador– crearon la primera Agencia Metropolitana de Seguridad, que a la postre supuestamente se convertiría en el primer antecedente de la metropolización policíaca, pero resultó otro errático intento más. En julio pasado (2019), parecía que ahora sí podría prosperar la codiciada y fallida intención de una Policía Metropolitana en Guadalajara, toda vez que el gobernador y los presidentes municipales de la metrópoli emanaban de un mismo partido. No obstante, el resultado fue otro fiasco.
En términos estrictamente policiales, ¿qué tan oportuna y viable resulta la creación de la Policía Metropolitana de Guadalajara? De acuerdo al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, con corte al 30 de abril de 2020, tan sólo el 76 por ciento de las policías municipales tienen una aprobación vigente por los Centros de Evaluación y Control de Confianza. Esto es, uno de cada cuatro policías municipales en Jalisco no está debidamente certificado para ejercer esta responsabilidad. Asimismo, conviene mencionar que, de 2014 a la fecha, tres de las nueve corporaciones municipales de la ZMG, han sido intervenidas por el Gobierno del Estado ante la presumible infiltración del crimen organizado: Tlajomulco, Tlaquepaque y, recientemente, Ixtlahuacán de los Membrillos. La creación de una corporación así, planteada hasta ahora como la panacea, significaría dejar “la iglesia en manos de Lutero”.
Más allá de lo anterior, la Policía Metropolitana de Seguridad es a todas luces anticonstitucional. El artículo 115 de nuestra Carta Magna, fracción I, señala que “la competencia que esta Constitución otorga al gobierno municipal se ejercerá por el Ayuntamiento de manera exclusiva y no habrá autoridad intermedia alguna entre éste y el gobierno del Estado”. Una Policía Metropolitana representa una trasgresión a este principio. Incluso, el mismo artículo 115 constitucional, en su fracción VII, señala: “la policía preventiva estará al mando del presidente municipal”. Ahora bien, debe decirse que, en un sistema de gobierno presidencial, no pueden existir autoridades ejecutivas, además electas democráticamente, sin mando de la fuerza pública. De forma que, un titular del Poder Ejecutivo (municipal, p. ej.) sin capacidad ejecutiva (mando de la fuerza pública) resulta un sinsentido y una antinomia. Lo cierto es que en un momento en que Jalisco atraviesa por graves problemas en la seguridad pública, la policía metropolitana resultó ser, un vil fracaso.
https://www.milenio.com/opinion/gabriel-torres-espinoza/con-pies-de-plomo/un-fracaso